El bióxido de carbono (CO2), temperatura, humedad relativa y radiación solar, son los principales factores que determinan la velocidad del proceso fotosintético en las plantas, y por ende su crecimiento y productividad. La concentración actual de CO2 en la atmósfera es de 350 a 400 ppm, mientras que la concentración que permite tener la mayor tasa de fotosíntesis en las plantas es aquella que va de las 900 a 1000 ppm.
México actualmente ocupa el primer lugar en exportaciones y sexto en producción a nivel mundial. Tan sólo en 2012 se exportaron 290,479 toneladas de mango (SAGARPA, 2013). Como datos de interés se tienen los siguientes: a) 8 de cada 100 kg de fruta en México corresponden a mango b) Guerrero y Nayarit producen 2 de cada 5 mangos que se cosechan en el país c) 5 de cada 100 mangos que se consumen en el mundo son mexicanos d) En promedio se producen 12.8 kg de mango por persona cada año en México e) En promedio se consumen 10.3 kg de mango por persona cada año en México.
Los fosfitos tienen gran importancia en la sanidad vegetal, ya que presentan un efecto fungicida frente a hongos del grupo de los Oomicetos, son acarreadores de nutrientes como potasio, calcio, entre otros; también son antiestresantes y una excelente fuente de fósforo en el suelo a mediano plazo (3 a 4 meses) una vez que se transforma a fosfato.
Se define como la técnica de incorporación de materia orgánica fresca al suelo junto con agua en abundancia con el objetivo de activar su descomposición y aprovechar la generación de compuestos biocidas y biostáticos. Dentro de la biodesinfección se pueden distinguir los términos de biofumigación, biosolarización y enmiendas orgánicas, todas con el objetivo de mejorar la salud del suelo.
Muchos autores no consideran al silicio un elemento esencial para las plantas, sin embargo, se ha demostrado que sí es un elemento benéfico para los cultivos, al proveer una mayor resistencia y protección contra diversos factores bióticos y abióticos. Los beneficios del silicio al incluirse en programas de fertilización son: mayor crecimiento vegetal, plantas más fortalecidas y compactas, hojas más fuertes, mayor fotosíntesis, mayor tolerancia a condiciones de baja luminosidad, y tolerancia a estrés hídrico y térmico.
Se ha estimado que entre un 30 a 40 % de los suelos agrícolas del mundo tienen problemas de acidez, limitando el crecimiento y desarrollo de los cultivos. En suelos con pH menor a 5, el aluminio (Al) es un elemento perjudicial al solubilizarse en formas iónicas. Estas formas iónicas han demostrado ser muy tóxicas para las plantas, provocando inicialmente la inhibición de la elongación de las raíces.
La Nutrición Vegetal es una disciplina científica que se ocupa de estudiar las funciones y dinámica de los elementos minerales en las plantas, suelos y ecosistemas. Bajo diferentes ángulos de visión, el metabolismo de las plantas, ecosistemas, producción de cultivos, y la relación con el medio ambiente, la Nutrición Vegetal puede ser dividida en tres áreas clave: Fisiología, Bioquímica y Biología molecular.
La importancia del estudio y del manejo de las sustancias húmicas, radica en la gran influencia que tienen sobre el crecimiento y desarrollo de los cultivos, tanto en forma directa como indirecta. Los efectos indirectos se refieren al papel de las sustancias húmicas en el mejoramiento de la fertilidad del suelo y específicamente en los atributos físicos, químicos y biológicos del mismo. Los efectos directos se relacionan con la absorción de las sustancias húmicas por las plantas cultivadas y los cambios que promueven en el metabolismo de las mismas, lo cual finalmente puede reflejarse en una mayor tolerancia de la planta al estrés ambiental y una mejor producción y calidad en las cosechas.
El material más utilizado para la elaboración de fertilizantes fosfóricos es la Roca Fosfórica (RF), donde el fósforo (P) se encuentra en forma de apatita Ca5(PO4)3(F,Cl,OH). Proviene de depósitos ígneos y sedimentarios. Estos presentan amplias variaciones en sus propiedades físicas y químicas: son minerales poco reactivos y poco aptos para aplicaciones directas a campo.
Entre los procesos más sensibles al calor se encuentran el transporte de electrones y los procesos de fijación de CO2. El funcionamiento de las cadenas de transporte de electrones puede sufrir alteraciones como consecuencia del calor y originar especies oxidantes y/o reductoras, denominadas especies reactivas de oxígeno (ROS), tales como el radical superóxido, peróxido de hidrógeno, radical hidroxilo y oxígeno singlete.