Las aflatoxinas son metabolitos secundarios, son producidos por ciertos mohos como son Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus. Las aflatoxinas se presentan sobre los granos de maíz, ya sea en campo o en el almacenamiento, además se consideran sustancias cancerígenas tanto para animales como humanos. La FDA (Food and Drug Administration) ha establecido un “nivel de acción” de 0.02 ppm de aflatoxinas en maíz para el comercio. A partir de este nivel las agencias federales pueden tomar medidas, incluso pueden incautar el grano o prohibir su venta. Los problemas asociados con Aspergillus y aflatoxinas son más comunes en los años cálidos y secos. El hongo puede sobrevivir en residuos de cultivos y en el suelo, produciendo abundante cantidad de esporas durante la temporada de crecimiento del cultivo.
Ante la creciente preocupación social relacionada con los efectos sobre el ambiente y la seguridad alimentaria, planteada por el uso excesivo de los productos de síntesis química para el control de plagas y enfermedades de los cultivos; surge un nuevo término conocido como “Biopesticida”. Entre los agentes bioquímicos encontramos a los fitopesticidas, sustancias naturales que se obtienen a partir de plantas con propiedades plaguicidas.
La biosolarización es una técnica agrícola que ha permitido reducir las poblaciones de patógenos en el suelo con un bajo impacto ambiental. Esta técnica también disminuye la fatiga de los suelos por el monocultivo. La biosolarización en alcachofa empleando estiércol fresco de ovino (4 kg/m2) permite reducir la incidencia de enfermedades relacionadas a Verticillium y Rhizoctonia, además de incrementar la producción comercial hasta en un 56.7 %.
El Huanglongbing (HLB), también conocido como “dragón amarillo” o greening, es la enfermedad más destructiva que afecta al cultivo de cítricos a nivel mundial. Una vez infectados los árboles inevitablemente mueren en un período máximo de ocho años, dependiendo de la edad y condiciones del cultivo. Aunque es impreciso determinar el porcentaje en que la enfermedad reduce el rendimiento, algunos estudios sugieren perdidas de un 65 a 100 %.
El desarrollo fenológico del maíz se refiere al ritmo de crecimiento vegetativo y reproductivo expresado en función de los cambios morfológicos y fisiológicos de la planta, relacionados con el ambiente. Conocer dicho comportamiento de desarrollo del cultivo permitirá un pronóstico de la incidencia de plagas, lo cual se vuelve esencial al momento de planificar, estructurar y aplicar algún programa de manejo integrado de plagas, ya que el grado de susceptibilidad del cultivo a los daños causados por las plagas dependerá de su estado de desarrollo.
El picudo del chile (Anthonomus eugenii Cano) es un insecto plaga nativo de América Central y se ha extendido por todo el continente Americano. Ataca a Solanáceas, principalmente del género Capsicum y Solanum. En el cultivo de chile puede causar daños de hasta el 100 % durante la etapa de fructificación; y dentro del rubro fitosanitario de esta hortaliza, es la plaga a la cual se destina mayor gasto económico.
En el suelo existen relaciones de sinergismo y antagonismo entre microorganismos y plantas, debido principalmente a la exudación de compuestos químicos útiles para el metabolismo de la comunidad microbiana, mismos que permiten el establecimiento, crecimiento y proliferación de dichas poblaciones. La gran diversidad de microorganismos presentes en el suelo como: hongos, bacterias, protozoarios, nematodos, virus y viroides, se asocian a las plantas.
A lo largo de su evolución las plantas han desarrollado distintos mecanismos de defensa para resistir los ataques de diferentes patógenos, los cuales consisten en reconocer al organismo que las ataca y activar variadas estrategias, tanto en el sitio de la infección como en otros tejidos mediante vías sistémicas, permitiéndole prepararse para futuros ataques de otros patógeno.
El monitoreo consiste en revisar periódicamente un cultivo para medir la densidad y estimar la distribución de plagas y/o enfermedades. Esta herramienta permite al productor observar su evolución y así mismo dar el seguimiento oportuno para evitar repercusiones en la producción del cultivo.
El beneficio adicional de la biodesinfección ha sido la mejora de las propiedades físico-químicas del suelo, unidas al incremento de la microbiota. Así, la solubilización del fósforo acompañado del aumento de las enzimas fosfatasas; o, el incremento del contenido en potasio; o, la porosidad y su consecuente mejora de la infiltración del agua de riego, son algunas consecuencias nada desdeñables.